25.6.12

El final del suplicio

Mantenerse serio, quieto y sereno durante la reunión. Aparentar interés y seguir los monólogos de los contertulios asintiendo con la cabeza. Deslizar sonrisas cuando la educación social así lo aconseje aunque no se encuentre gracioso. Corroborar ostensiblemente ante las intervenciones de las personas de más alta jerarquía profesional. Hacer ademán de apostillar con algún comentario, pero no llegar a introducirlo. Tomar notas cuando se pronuncia algún dato. Adoptar gestos de profundidad, relevancia y preocupación cuando el ponente engole la voz. Y todo ello jiñándote. Pendiente sólo de mantener la presión en los esfínteres, pugnando contra el intestino que empuja. Sucumbiendo ante el duro ariete del primer excremento alineado en el tubo de salida que se abre camino hacia la luz. Implorando que termine la reunión y que se adivine la posibilidad de escabullirse al cuarto de baño para poner fin a este suplicio.

19.6.12

Aquella excusa

No hace falta que me des explicaciones, especialmente si suenan tan falsas. Cuando te llamo y no coges ya me imagino que te están penetrando.

12.6.12

Te esticulo

Mientras camino desnudo por el pasillo, raspándome los brazos contra la pintura irregular de las paredes, con el miembro bamboleándose entre mis piernas. Mientras me siento en una silla frente a la puerta cerrada, apenas a dos palmos de los ojos, y la miro durante horas. Mientras la bombilla brilla y desfallece de forma intermitente por un falso contacto en el circuito. Y los vecinos pelean en el piso de arriba. Y después hacen el amor. Y en el patio alguien llora. Y yo no puedo seguir más con esto y decido saltar.

6.6.12

Organizar smo

Fuerza la memoria tratando de recordar cuándo fue su último orgasmo. Hace ya demasiado tiempo, por eso no termina de encontrar la respuesta, revuelta con tantos otros momentos acumulados en la papelera de su cerebro. Pero necesita saberlo porque se ha propuesto, con mucha solemnidad nada menos que dos entradas en su diario dedicadas al asunto—, no permitir que transcurra más de medio año sin tener otro.

Parece fácil, lo será para quien no tenga más que ponerse a ello, pero no lo es. No se trata de un mecanismo que funcione siguiendo protocolos. No es rutina. Necesita muchas condiciones, la primera: tener fechado el anterior.