25.6.12

El final del suplicio

Mantenerse serio, quieto y sereno durante la reunión. Aparentar interés y seguir los monólogos de los contertulios asintiendo con la cabeza. Deslizar sonrisas cuando la educación social así lo aconseje aunque no se encuentre gracioso. Corroborar ostensiblemente ante las intervenciones de las personas de más alta jerarquía profesional. Hacer ademán de apostillar con algún comentario, pero no llegar a introducirlo. Tomar notas cuando se pronuncia algún dato. Adoptar gestos de profundidad, relevancia y preocupación cuando el ponente engole la voz. Y todo ello jiñándote. Pendiente sólo de mantener la presión en los esfínteres, pugnando contra el intestino que empuja. Sucumbiendo ante el duro ariete del primer excremento alineado en el tubo de salida que se abre camino hacia la luz. Implorando que termine la reunión y que se adivine la posibilidad de escabullirse al cuarto de baño para poner fin a este suplicio.

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