Todas las tardes, cuando su madre se encierra en el estudio con su alumno para impartir la clase particular de inglés, la hija se coloca delante de la cristalera del salón y enseña sus recién estrenados pechos al vecino del bloque de enfrente. El mirón, un chico del instituto al que la niña acudirá el año que viene, conocido de la piscina comunitaria, corresponde bajándose los pantalones y masturbándose frente a ella, con el vacío de diez pisos de por medio. La acción conjunta la contempla un tercer vecino, desde su ventana que permite ver y grabar el espectáculo completo, con una erección muy recia dentro del pantalón. Las grabaciones las sube luego a una página pornográfica de internet para que otros pervertidos puedan disfrutarlas. La paja del chico se acaba, las tetas de la niña se cubren, la cámara de vídeo se detiene, la clase de inglés termina y la madre se mete en la cocina a hacer la cena mientras llega el padre. La familia cena junta y cuando la niña y la madre se acuestan, el padre enciende el ordenador, entra en una página pornográfica con las grabaciones del vecino y se excita con la película sin reconocer a sus protagonistas.
egagrópilas
20.8.12
15.8.12
Nada que decir
En calzoncillos delante del portátil. La silla es de plástico, por lo que me sudan mucho los pliegues entre los muslos y los testículos y también entre las nalgas. Como allí hay mucho pelo, el sudor se queda atrapado y produce un olor muy fuerte, que sube y puedo identificar sin esfuerzo. No se me ocurre qué escribir, pero el olor empieza a llenar la habitación de tal manera que considero que debo empezar ya para concentrarme en algo, porque me estoy sintiendo muy guarro y me gustaría ir a ducharme, o por lo menos a secarme con una toalla todo el sudor acumulado en mis partes. Paralelamente a esta sensación de suciedad, me acucia una excitación incontrolable que terminará por doblegar mi minada fuerza de voluntad y me conducirá al cuarto de baño. Sigo en calzoncillos delante del portátil, sin nada que escribir.
3.8.12
El instinto
Esas mujeres que, pasados los treinta y pico, sin hijos, desarrollan una querencia insaciable por sentirse madres. Empiezan a simular partos en sus defecaciones, durante las que se animan profiriendo gritos de dolor, desencajando la cara con cada contracción intestinal y resoplando con el pelo pegado a la cara. Cagan desnudas y llegan a sentir que dan a luz al desprenderse del excremento, entonces estallan en llantinas histéricas de felicidad. Con el tiempo complementan su enfermiza ficción, llegan a girar sobre sí mismas al terminar y pescan el zurullo del agua para acunarlo entre sus brazos. Mujeres que le cantan y dan besos amorosos a su propia mierda. Y después de años de deriva con esta práctica, un día, la compañera de piso entra en un despiste en el cuarto de baño y se la encuentra de rodillas junto al inodoro, sujetando algo repulsivo y negro contra el pezón descubierto mientras le dice: «come, hijo».
25.7.12
Suicidio involuntario
Como la mayoría de ustedes, todas las noches me masturbo. Es lo último que hago antes de meterme en la cama y, anoche, casi lo último que hago en la vida. Tenía que haber reparado en que padecíamos la temperatura más altas del año, pero se impuso la fuerza de la rutina. Me cepillé los dientes, me desnudé y pugné conmigo durante largo tiempo, parando a coger aire cuando me ahogaba. Para erotizarme, deslizaba viciosamente la mano libre por el torso lubricado de sudor, que bajaba resbalando desde la barbilla hasta saltar de los testículos a un increible charco en el suelo del cuarto de baño. Fue duro pero conseguí eyacular entre jadeos de agotamiento y me arrastré a la cama donde me esperaba un ataque al corazón. Me tumbé deshidratado y extenuado por el esfuerzo, sin resuello, con un fuerte dolor en el pecho. La luz estaba encendida pero yo estaba ciego, sólo veía minúsculos puntos blancos, estrellitas. Estuve allí tendido, entre calambres, viendo la vida escaparse, llorando y luego me dormí. Esta mañana he amanecido desnudo, con las sábanas completamente arrugadas y la luz del dormitorio encendida. Y unas tremendas ganas de masturbarme.
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