Me despierto en mitad de la noche empapado en sudor y con una erección que se sale del calzoncillo. Pienso en ti de manera instintiva, todavía no me he acostumbrado: me abandonaste hace trece días. Así que no me dejas otra alternativa que la masturbación. Camino con pereza hasta el cuarto de baño, me dejo caer en el inodoro con la verga en la mano y me ordeño mecánicamente. En el instante final aúllo tu nombre y disparo contra la porcelana. Sin para a limpiarme, camino de vuelta a la cama derramando densidad por el pasillo, me arrojo al colchón y vuelvo a dormir. Por la mañana, la sábana me sigue fuera de la cama adherida al extremo del miembro y vuelvo a pensar en ti.
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