Llego tarde al trabajo. Tomo el maletín y el paraguas con la misma mano y con la otra me abrocho la gabardina mientras cierro la puerta con cuidado, porque ella todavía duerme. Subo al ascensor y en el portal miro por la rendija del buzón; hay un papel doblado por la mitad. Lo saco y lo leo, está impreso con un tipo de letra espantoso. Dice: Por respeto a sus vecinos, follen a menor volumen.
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