Me molesta mucho cuando me interrumpen en la mitad de un coito, ya sea el perro aullando a la puerta del dormitorio, el despertador o mi novia que me llama por teléfono.
Sin embargo me encanta interrumpir los coitos y orgasmos de mis amigos. Siempre procuro llamarles cuando es más previsible que lo estén haciendo y, las veces que no contestan, me regocijo con la idea de que les he pillado copulando.
Y hay unas pocas veces, muy pocas, en las que tengo la seguridad de interrumpirles, cuando me contestan secamente e inquiriendo la causa de mi llamada para resolverla y colgar, sin poder ocultar una respiración anormal. En estas situaciones me invade una sensación de felicidad infinita; y también me masturbo lujuriosamente.
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